
Manuel Gómez
Clase de 2018, México
Manuel Gómez
Manuel Gómez (Clase de 2018, México) fue el pionero de la familia. En 2015, su curiosidad por el mundo lo llevó más allá de los límites de su comunidad, donde el café y el maíz eran el sustento. No se conformaba con vender la cosecha de su familia a intermediarios que pagaban poco y se llevaban los beneficios. Quería aprender a transformar el café que cultivaban con dedicación en algo propio, algo más grande.
El día que empezó su nuevo viaje, tomó varios autobuses para salir de su casa de San Juan de Cancuc, un municipio de Chiapas donde el 90% de la población habla una lengua indígena. Su comunidad está enclavada en las montañas, lejos de la vida acelerada de las ciudades. Por eso, cuando Manuel tomó asiento en el avión que lo llevaría de México a Costa Rica, supo que este vuelo no era sólo un viaje a otro país; era un salto de fe, una oportunidad para abrir puertas a un futuro en el que su comunidad también estaría incluida.

Manuel llegó a la Universidad EARTH cinco meses antes de que comenzara el curso académico para participar en el Programa de Inmersión Cultural y Español, en el que estudiantes no hispanohablantes aprenden el idioma mientras viven con familias de las comunidades cercanas al Campus Guácimo. Manuel hablaba, pensaba y soñaba en tseltal, una lengua maya. Era mexicano, pero sabía muy pocas palabras en español.
Su primer contacto real con el idioma tuvo lugar en la EARTH, a cientos de kilómetros de su ciudad natal. Una familia costarricense le acogió durante esos meses y le enseñó con paciencia y cariño a nombrar cosas, sentimientos y lugares. Asistió a clases de lengua junto a otros estudiantes del programa, pero no había otros mexicanos ni hablantes de tseltal: había nigerianos, etíopes y kenianos. Su mente se expandió.
En pocas semanas, conoció religiones de las que nunca había oído hablar, comidas que nunca había probado y realidades que jamás había imaginado. Cuando regresó a su país, ya no era el mismo. Y aplicó lo que había aprendido. Con el tiempo, dejó de vender café a intermediarios y empezó a comercializar su propia marca. Por primera vez, el trabajo de su familia tenía nombre y rostro: Skaj-Pel, un café producido por manos indígenas, cultivado de forma sostenible y con normas de alta calidad.
Unos años más tarde, su hermano Antonio Gómez (promoción de 2022) siguió el mismo camino. Antonio soñaba con explorar el mundo, conocer nuevas culturas y ampliar sus conocimientos. Pero su primer intento de entrar en EARTH no tuvo éxito. La carta de rechazo le afectó mucho, pero no se rindió. Volvió a intentarlo y la segunda vez fue aceptado. En EARTH encontró la diversidad. Interactuar con estudiantes de otros países le abrió la mente y le brindó nuevas oportunidades.
Tras graduarse, su curiosidad le llevó aún más lejos: a Estados Unidos. Ahora trabaja en Illinois, aprendiendo sobre la cría de cerdos a gran escala. A veces echa de menos las montañas de Chiapas, pero sabe que su camino no es lineal. Está reuniendo conocimientos, contactos y herramientas. Y aunque ahora esté lejos, su mirada siempre está puesta en regresar con algo valioso para su comunidad.
Y ahora, la hermana pequeña de Manuel y Antonio, Marcelina Gómez (promoción 2027), estudia en la EARTH. A Marcelina le costaba creer que podría seguir los pasos de sus hermanos. Se inscribió en la EARTH con esperanza, pero también con escepticismo. Cuando por fin la aceptaron con una beca completa, no se lo podía creer. Sus hermanos nunca le hablaron mucho de la universidad porque querían que viviera su propia experiencia, libre de ideas preconcebidas. Y así fue.
El camino no fue fácil; nunca lo es para quienes vienen de lejos, no sólo en distancia sino en oportunidades. “En nuestro pueblo, estudiar es difícil; pocos consiguen hacerlo”, explica Marcelina. “Cuando dos de mis hermanos entraron en la EARTH, ése se convirtió también en mi sueño. Mis padres no tienen recursos para mantenernos, así que buscamos una beca. Pero yo sentía que estudiar en otro país estaba fuera de mi alcance. Hoy estoy aquí y me siento especial. Sé que no muchos tienen esta oportunidad, y como mis hermanos, tengo una beca completa de la Fundación Kellogg que cubre todo el programa. No me falta de nada”, añade.
Adaptarse no fue fácil. Al principio, las clases fueron un gran reto. Sus notas eran bajas y le resultaba frustrante tener que esforzarse con el español, ya que tenía que aprender química, genética y matemáticas en un idioma que le resultaba extraño. Pero no se rindió. Cada noche estudiaba más y cada día se esforzaba por demostrar que podía hacerlo. Ahora sueña con adquirir experiencia y conocimientos para trabajar junto a Manuel y el resto de la familia en la producción de café.
Para los tres, asistir a la EARTH no era sólo obtener un título: era descubrir una nueva forma de vida, nuevas costumbres y, lo que es más importante, una nueva forma de pensar. Crecieron en la misma tierra, en las mismas montañas, oyendo las mismas historias sobre su pueblo. Pero cada uno ha tomado su propio camino, con una certeza compartida: la educación cambió sus vidas.
Manuel se hizo empresario. Antonio exploró. Marcelina creyó en sí misma. Estos tres terrícolas demuestran que nuestro destino no está escrito en piedra. Se puede reescribir, con esfuerzo, con valor y con el firme deseo de volver al punto de partida.
